Visita a la Parroquia de San Jose Obrero



Mis hermanos y hermanas in Christo el Señor,

Antes de comenzar, me gustaría decir dos cosas: "lo siento" y "gracias":

"Lo siento" porque mi español no es muy bueno; y "gracias” por escucharme a pesar de eso – y por su paciencia conmigo.

Me llamo Maxim Farrell, y soy uno de los seminaristas universitarios de la iglesia local de Grand Rapids; crecí, fui a la escuela en, y todavía soy un feligrés de la parroquia del Corazón Inmaculada de María en el lado sureste de la ciudad. Próximo otoño, comenzaré mi cuarto y último año de la universidad en el Seminario de San Juan Vianney que está en Saint Paul, Minnesota.

Cada año, nosotros seminaristas intentan visitar, como podemos, algunas de las parroquias de nuestra Diócesis; este año, por la primera vez en mucho tiempo, tenemos un número suficiente de seminaristas que son capaces de hablar Español – o, en mi caso, leerlo – para hacer posibles visitas a comunidades en la cuidad donde español se habla, como San José Obrero en Wyoming; Santa María en el centro de la ciudad; y la Catedral de San Andrés. Por eso, ¡Dios realmente es bueno!, y tengo la esperanza de que esto continúe y se expanda en los años venideros.

Aún así, en el luz de las restricciones y preocupaciones de salud actual, causado por COVID-19, sabemos que no es possible por nuestras voces sean escuchados por tantas personas como de costumbre.  Entonces, en un esfuerzo para conectar con ellos que non podemos encontrar este año en las parroquias, para que se pueden compartir virtual.  

Con ese fin, lo que sigue es el mensaje que compartí con los feligreses de San José Obrero el doce de julio, el decimocuarto domingo del Tiempo Ordinario.

En las Lecturas leídas en las celebraciones de la Misa en ese domingo, la Santa Iglesia nos dio una colección con un tema claro, la cual corre a través de todas ellas: la cosecha.

La imagen del granjero cosechando los campos es muy importante en la historia del pueblo Cristiano, y es precisamente esta imagen la que quiero usar para ofrecer una breve respuesta a las preguntas que sé que están en la mente de tantas personas: ¿Qué es el seminario? y ¿Qué hacen los seminaristas?

Primero y principal, el seminario es un lugar donde los hombres van a hacerle a Dios la pregunta central de la vida de cada Cristiano: “Padre, ¿qué quieres por mi vida?"

En el seminario, aprendemos la tarea esencial de darle a Dios el tiempo y el espacio que El necesita para responder a esta pregunta; esencialmente, nos permitimos caer en la tierra fértil de la oración y la hermandad – ciertamente, esta tierra es una tierra muy fértil; eso es un entorno donde el Señor es libre de 'podarnos' como Él quiera.

En darle al Señor tanta libertad en nuestras vidas y corazones, entramos en un espacio donde la profecía de Isaias en la primera lectura puede hacerse realidad para nosotros: 

“Esto dice el Senor: 

‘De la misma manera que bajan del cielo la lluvia y la nieve y no vuelven allá,
sino después de empapar la tierra, haciendo fértil y fructífero,
así será mi palabra:
no volverá a mí, sin haciendo mi voluntad y completando su misión’.”

Ciertamente, esta es una pictura perfecta de la misión del seminario, porque, en eso, nos invertimos en una vida dedicada a la oración, el estudio, la fraternidad, y los sacramentos; y, de una manera especial, a meditar en la Palabra Divina — la Biblia.  Las Escrituras han sido llamadas "la carta de amor de Dios para cada uno de nosotros" y, durante nuestro tiempo en la formación sacerdotal, nos sumergimos en ella.

Esto es como tener lugar la "saliendo del Cielo": la Palabra de Dios entra en nuestros corazones, y, al hacerlo, trabaja para construir una relación entre cada uno de nosotros con Él. Y, al aprender a escuchar la voz de Dios en los mensajes de la Biblia, aumentamos enormemente nuestra capacidad de discernir la palabra particular que Él nos dice individualmente.

Así me preparo para mi cuarto año de formación, debo decir que, aunque el proceso es, sin duda, largo, ¡vale mucho la pena! Y, aún más que eso: es esencial; si no dedicamos un tiempo considerable a la formación, arriesgamos perdiendo el tiempo en la que podríamos estar in absorber los nutrientes ricos de la tierra fértil. Sin estos nutrientes, nuestros corazones no pueden maduros suficiente-mente, y, si no lo hacen, el Señor no tenga la libertad a podarnos completa-mente. Si no le permitimos Jesus que haga esto, nunca seremos formados como los padres santos, ya sea biológico o espiritual, que Él desea con todo Su Corazon para que llegamos a ser.

En todo lo que es parte del proceso de formación sacerdotal, cada seminarista depende de casi nada más que las oraciones y la bondad del Pueblo de Dios. Tal amabilidad de nuestros hermanos y hermanas in Cristo realmente es un gran apoyo para nosotros, los seminaristas, porque nuestro deseo por el sacerdocio se basa en un gran medida en nuestro deseo de entregar nuestras vidas al servicio de cadas y de todos.

Ciertamente, neustras visitas a las parroquias de nuestra Diócesis ayudan a este respecto, ya que es muy edificante para nosotros ver personalmente la devoción y santidad de tanta gente — y, debo decir que esto ha demostrado ser cierto incluso y, en cierto sentido, especialmente, durante este tiempo de la pandemia. Sin duda, ver un amor tan tremendo por el Señor en nuestra comunidad nos llena de una increíble esperanza para nuestro futuro. Entonces, hablo en nombre de todos nosotros seminaristas cuando digo esto: gracias por este testimonio, y también por las continuas oraciones para nosotros.

También quiero alentarles, si es posible, que escuchen las palabras de algunos de mis hermanos seminaristas, que hablan más en profundidad sobre cómo el Señor los ha guiado personalmente durante sus tiempo que pasaron en el seminario. 

Digo todo esto con la esperanza de poder dar un vision a la realidad tan ampliamente resumida por el Venerable Arzobispo Fulton Sheen: "el sacerdote no es suyo". Por la gracia de Dios, cada seminarista está comenzando a entregar su vida completamente a Cristo y a Su rebaño. Por esta razón, las restricciones impuestas a la sociedad por la pandemia son, sin duda, una fuente de gran tristeza para todos nosotros. Sin embargo, con firme confianza y esperanza en el Señor, esperamos ansiosamente un futuro en el que podamos encontrarnos y formar relaciones con todos ustedes que arraigadas en Su Amor.

Por lo tanto, dada la situación actual, si desea comunicarse con nuestros seminaristas diocesanos, le animo a que se acerque de la manera que, en este momento, mejor nos mantenga a todos a salvo; la forma principal de hacer esto es el correo físico. Cada seminarista de nuestra Diócesis tiene una dirección postal que figura en nuestro sitio web de Vocaciones; estos están disponibles en GRpriests.org. Y, aunque todavía tenemos algunas semanas antes de que comiencen las clases nuevamente, los campus de ambos seminarios a los que nos envía el obispo Walkowiak abrirán a fines de agosto; debido a esto, podremos leer y responder a la comunicación escrita cuando regresemos.

Como dije al principio, mi habilidad para hablar español está lejos de ser perfecto, así que, antes de terminar, quiero dar mi más sincero agradecimiento a los amigos que me ayudaron a preparar estas palabras y grabar este video, y también agradecer al Padre Steve Cron, al Padre Robert Mulderink, al Diácono Noah Thelen, y los feligreses de las parroquias que pudimos visitar este año; todos nos han brindado un gran apoyo, los seminaristas, mientras trabajamos para aprender español. Además, agradezco a todos los que han visto este video por su tiempo y por su paciencia conmigo en estos pocos minutos.

Finalmente, deseo expresarles que cada seminarista continúa orando por todos ustedes, por todos los que han reclamado por Cristo, y, de hecho, por el todo de mundo:

para que el Señor nos bendiga,
nos guarde de todo mal,
y nos lleve a la vida eterna.

Amen. 

Muchas gracias!

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